Resulta difícil establecer una fecha concreta en el momento de fijar el primer caserío. El caserío, como unidad económica, parece retrotraernos hasta el siglo XII mientras que el caserío de piedra (anteriormente era algo parecido a una txabola de madera), como edificio singular de los baserritarras, nos lleva hacia el siglo XV.
Una peculiaridad que singulariza a los caseríos vascos es que todos tienen nombre propio, reconocido por las autoridades y vecinos, y habitualmente invariable a través de la historia. Sin embargo, aunque el nombre y el solar permanecen unidos sin cambios, la casa va variando su fisonomía al compás de los tiempos.
La vivienda de los campesinos guipuzcoanos de la Edad Media no se parecía en nada a los caseríos que comenzaron a construirse a fines del siglo XV. Aunque no se ha conservado ninguna, se sabe que eran cabañas muy frágiles e incómodas. Eran chozas de madera, pero no se construían con troncos, sino que tenían un esqueleto interior de postes y las cuatro paredes externas de tablas verticales ensambladas.
Por otra parte, los primeros caseríos de piedra de Guipúzcoa comenzaron a construirse durante el siglo XV y despertaron la admiración y envidia de todos sus vecinos. Solo los labradores más ricos podían permitirse el lujo de edificar una casa de "cal y canto” y, aunque durante la última década del siglo XV cada vez se hacen más frecuentes las noticias de nuevas casas de mampostería, el momento decisivo para asistir al nacimiento del caserío guipuzcoano en la forma en que hoy se lo conoce, fue la primera mitad del siglo XVI.
Se produjo una auténtica explosión de nuevos caseríos construidos en piedra y madera, o más a menudo utilizando técnicas mixtas en las que ambos materiales se combinaban en ingeniosas soluciones.
Todavía se mantienen en pie varios centenares de caseríos edificados en el siglo XVI y lo que más sorprende de ellos, además de su gran antigüedad, es el altísimo nivel de calidad de sus trabajos de carpintería y cantería; a menudo muy superior al de las casas erigidas cientos de años mas tarde. Son viviendas rurales realizadas con una mentalidad moderna y exigente. Dentro de ellas las funciones están bien definidas y los espacios internos son amplios. Aunque existen muchas variedades locales, todas tienen dos pisos: el inferior para la familia y sus animales domésticos y el superior como almacén de la cosecha.
Si te interesa ahondar en el tema y profundizar en cuestiones como la historia, modos de construcción, la vida y trabajo en el caserío, tipos de caserío, ornamentación, etc., te aconsejamos que leas el libro BASERRIA de la colección BERTAN editada por la Diputación Foral de Gipuzkoa en 1993 y escrita por Alberto Santana con fotos de Xabi Otero.